El argumento de la realidad, décimo quinto título de la colección Poética y peatonal
Leo
a Yaiza de buena mañana -quiero leer siempre de buena mañana-. La
casa está fresca, luminosa, en silencio... -quiero ser mi casa-.
Se
echa el perro a dormir a mi lado. Me gusta este perro que tiene mi
edad.
Ella
escribe sobre sinestesias, se posa en las sinestesias.
Me
siento pequeño.
Escucho:
“Eras
la casa, el lugar
donde
el sol
ardía
sobre la piedra,
la
piedra sobre el mundo,
el
mundo sobre el corazón”.
Eugénio
de Andrade y Yaiza están bebiendo té verde en el salón. Él, que
recita, es naranja. Ella, violeta.
“Cómo
podías, una
a
una, soportar las lágrimas
del
mundo, nadie lo sabía:
el
lugar del sol
era
la casa -y ardía”.
Pinto
a Yaiza. Soy vano. ¿Por qué siempre me siento vano?...
Ella
es anfitriona de la memoria.
No
sabía que guiaba mis lápices.
Y ahora, una a una...
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